domingo, 8 de abril de 2018

A 170 años del Manifiesto Comunista


Febrero conmemoró los 170 años de un acontecimiento que marcó la historia: la primera publicación del Manifiesto del Partido Comunista escrito por Marx y Engels, que dotó al proletariado, la clase más revolucionaria, de un programa para cambiar el mundo de fase.

Tendencias erróneas para la clase obrera, como el anarquismo y el socialismo utópico, fueron aplastadas a partir de 1948 con su publicación y la fundación del marxismo, planteando la necesidad de organizar al proletariado en el Partido Comunista, que represente sus intereses y que tenga como meta incansable el comunismo; la necesidad de jefes revolucionarios, siendo el mismo Engels quién reconoce a Marx como jefe del proletariado; y combatiendo la absurda tesis de la conciliación entre las clases.

Fundamental es el materialismo histórico y dialéctico: la inconciliable lucha entre las clases explotadas y explotadoras como el motor de la historia, desarrollo que ha llegado a la fase en que el proletariado ya no puede emanciparse sin emancipar a toda la sociedad de la explotación, y en donde todo hombre y mujer debe tomar posición por una de las clases.

Define al Estado como violencia organizada de una clase por sobre otra, de ahí la necesidad de derrotar al viejo y podrido Estado con la dictadura del proletariado a través de la violencia revolucionaria en la que “el proletariado, derribando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación”.

Tesis que pone al descubierto a oportunistas y revisionistas, que no son más que marxistas de palabra, pero burgueses de acción, pues “la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines”, debe derrotarla.

El marxismo demuestra que el proletariado está condenado a la victoria, que la revolución, el socialismo y el comunismo son inevitables, que la misma burguesía creó la clase que cavará su tumba, el proletariado, que debe unirse ya que “El proletariado no tiene patria”, principio internacionalista que todo marxista debe encarnar, pensando siempre en el luminoso futuro, el comunismo, al cual entramos todos o no entra nadie.

Así, en tan solo 170 años el marxismo ha sido encarnado por cientos de millones de proletarios de todo el mundo, y a través de hitos imborrables como las Revolución Socialista de Rusia, la Revolución Cultural china, y guerras populares como la del Perú, se ha desarrollado incontenible hasta hoy, alcanzando su tercera etapa: el marxismo-leninismo-maoísmo que se impone como mando y guía para la Revolución Proletaria Mundial.

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